La luz de una insignificante ventana, separa la realidad de muchos.
El olor agrio a humedad, una tos desgarrada y llena de momentos perdidos, en un pensamiento con tantos sueños rotos, mientras las paredes desconchándose y cayendo sobre sus cabezas en forma de lluvia química, paraliza los sentidos y robotiza sus movimientos contaminándolas de rutina y cansancio. Realidad del siglo XXI, desaprovechando las grandes cualidades de tantos, desaprovechando el potencial de muchos, y seguimos inmersos sin darnos cuenta de lo que podríamos llegar a ser y lo que somos capaces.
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